jueves, 22 de septiembre de 2011

Con la música a otra parte.

El declive cultural que estamos viviendo apaga la voz de la música cual sordina. El programa musical de festivales y eventos varios lleva ya los últimos años escatimando en gastos con lo que la expectación disminuye produciendo con ello un círculo vicioso de decadencia. Si miramos al apartado docente, nos encontramos con que en algunos conservatorios se reduce la oferta instrumental o se despide a profesores cualificados, sustituyéndolos por la opción más barata, con suerte no la más mala. Las bajas por enfermedad dejan de ser cubiertas y la continuidad educativa se ve resentida gravemente, con lo que en determinados casos se termina pagando (créditos o matrículas) por un servicio que después no es prestado... suenan por ahí las palabras fraude o estafa? Para más inri, todos sabemos lo difícil que es hacer reclamaciones con éxito a una institución pública, pues ahora resulta ser que las instituciones del estado que en teoría deberían representar la garantía de servicio al ciudadano son en realidad las que nos dejan desprotegidos. Ante tanto disparate se produce un éxodo de estudiantes de música que intentan de alguna forma escapar de tan deprimente panorama, viendo su bote salvavidas en el acceso a conservatorios del extranjero o simplemente solicitando un oasis en forma de Erasmus que les inyecte las fuerzas suficientes para acometer lo restante de carrera. La mayoría termina decidiendo no regresar con lo que se produce la fuga de aquellos talentos que enriquecerán el panorama musical de otros países, mientras vemos como el nuestro se va sumiendo aún más en la mediocridad. ¿No es curioso que dos de los países con mayor riqueza cultural, Francia y Alemania, sean hoy de los menos afectados por la crisis?

viernes, 2 de septiembre de 2011

Y ahora QUÉ!?

Cuando acabamos los estudios de secundaria obligatoria, todos nos hemos enfrentado a una pregunta: y ahora qué? ahora por dónde sigo?... Tras unos meses de meditar, finalmente encontramos un camino para seguir, a veces bajo coacción, otras por convicción y para bien o mal, siempre de manera más o menos acertada. Sin embargo, el peor AHORA QUÉ, que nos podemos encontrar llega algo más tarde, en ese momento en que después de haber hecho ese bachiller, durante el cual la presión del día X, en que todos nuestros conocimientos generales serán puestos a prueba llegará, no hace más que agobiarnos día a día... después de la carrera o equivalente, que a costa de horas de sueño termina saliendo con más o menos éxito, SÍ!, es ahora cuando llega el AHORA QUÉ!?... Es ahora... cuando toca respirar profundamente, para que el tortazo contra la pared no duela tanto, pues es el momento en que de ser estudiantes, pasamos a ser uno más de la lista de millones de parados de nuestro país. Esa lista llena de personas cualificadas que al igual que nosotros lucharon para tener estudios...
Resulta ser, que para este momento de la vida, no hay receta ni manual, simplemente existen dos factores... el factor experiencia y el factor enchufe. Sobre el factor enchufe, hay que decir que funciona como un comodín, ya que no precisa de experiencia ni de una gran cualificación para poder conseguir un trabajo... es un factor omnipotente... y luego está el factor experiencia; sí, ese apartado que nos piden que pongamos en todo formulario y currículo laboral, ese apartado que casi vale más que nuestros conocimientos y destrezas... de éste podríamos decir que es un factor omnipresente, por qué? simplemente porque el que goza de experiencia a tenido que estar en mil sitios a la vez para llenar lo suficiente ese pequeño apartado y poder tener alguna posibilidad frente a los muchos que cada vez más cuentan con el factor enchufe. Es curioso, que en tiempos de crisis, sean siempre los del factor enchufe los que consiguen posicionarse... todos sabemos cómo funciona esto, no? Al más puro estilo de don Vito Corleone: yo te hago un favor porque lo necesitas, pero luego tu le harás un favor a mi tataratío segundo por parte de nuera que está en el paro. En conclusión, al final y por desgracia, termina siendo más efectivo un buen enchufe, que una buena bombilla...