Cuando el
regusto del cava o champaigne merodea aún por nuestro paladar, a la vez que
damos una vuelta más en la cama intentando evitar ese rayo de sol que entra por
la ventana deseoso de anunciarnos la llegada de un nuevo día; escuchamos
siempre como cada día 1 de Enero alguien de casa enciende la televisión, sube
el volumen y nos da los buenos días con
el tradicional concierto de año nuevo.
Han pasado ya más de 70 años desde que se
diera el primer “concierto de año nuevo”, pero no fue hasta 1941 cuando fue
conocido como tal. Pese a que la tradición manda que el concierto sea el día
primero del año, la inauguración de este evento se produjo un día 31 de
diciembre de 1939, día que se ha mantenido en la agenda de la Filarmónica de
Viena siendo conocido como “concierto de San Silvestre”, la demanda para
presenciar este espectáculo tan especial es tal, que se comercializan las
entradas para el ensayo general el día 30 de Diciembre de cada año. Fue Clemens
Krauss quien se encargó de comandar la orquesta desde los comienzos del
concierto de año nuevo hasta varios años después.
Si se trata de
dar la bienvenida a un nuevo año, éste es el marco perfecto, ya que tanto la
Orquesta Filarmónica de Viena como la Sala Dorada de la Musikverein, son los
iconos de una ciudad, Viena, que es la cuna de la música clásica en el mundo.
Por lo tanto es de esperar que habitualmente
el encargado de dirigir la música en tan especiales circunstancias sea
alguien que represente la excelencia de la música; Karajan, Maazel y Mehta, son
sólo algunos de los nombres de estos magníficos directores. El elegido este año
ha sido Mariss Jansons, quien también tuvo la oportunidad de dirigir este acto
en 2006.
Pese a que
cada año es obligada y esperada la interpretación de polkas y valses de la
familia Strauss, cada director intenta imprimir su propio sello de forma sutil
y en este aspecto Mariss Jansons puso el suyo introduciendo en el repertorio
“La bella durmiente” de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, haciendo alusión de alguna
manera al país que le acogio, Rusia, en concreto la ciudad de San Petersburgo.
Por otro lado, a parte del entusiasmo propio de dicho concierto, el maestro
Jansons declaró que su intención era la de transmitir alegría y positivismo,
muy necesarios en estos días.
Lo cierto es
que esa alegría y positivismo nos vendrán muy bien, ya que nos serán muy
necesarios después de conocer las noticias de las nuevas medidas “anticrisis”
del gobierno para este principio de año, con las que sin lugar a dudas se ha
logrado dar la campanada. Parece que el nuevo gobierno apuesta fuerte por la
cultura dando su particular concierto. ¡Feliz año a todos!