
Sin lugar a dudas, estas fiestas acentúan problemas y situaciones habituales a las que nos enfrentamos, por ejemplo la búsqueda de aparcamiento... En este sentido estamos ante un problema que crece de forma exponencial y lejos de vislumbrar una solución, nos encontramos con la privatización de parkings, inhabilitación de superficies aptas para el aparcamiento para dar sitio a atracciones y feriantes y como no... la vigilancia policial que atenta está siempre para hacernos entrega del "regalito navideño". Recientemente he tenido que ir al hospital con cierta frecuencia y resulta descarado el complot existente para obligar a los PACIENTES que no CLIENTES a hacer uso del parking privado; es decir, aquellos que nos organizamos para dejar a nuestro familiar en la puerta del hospital y alejarnos de la zona para parar en otro sitio en doble fila, nos encontramos con el acoso de quienes con actitud chulesca nos ordenan con el gesto de un dedo a mover el coche obligándonos a dar vueltas como tontos; o de los otros que nos ven llegar con desesperación y cara de preocupación al sector de urgencias para saber algo de nuestro familiar y en un inexistente intento de hacer la vista gorda para que aunque sea nos dé tiempo de bajar del coche y preguntar sobre el estado del enfermo antes de aventurarnos a buscar estacionamiento, nos dicen, con la autoridad que les da una falsa placa y una porra de mentira que adornan la fofa barriga de un fracasado que ni policía pudo ser, que ahí no podemos dejar el coche ni un mísero segundo... Es una pena ver como los que llegan como pacientes a la espera de diagnóstico o tratamiento, finalmente son tratados como convictos o ladrones, en un sitio donde además del inri del aparcamiento, nos encontramos a personas que cuando nos perdemos en un pasillo nos miran desafiantes y juiciosos de castigar nuestro atrevimiento... ¿¡¡A QUIÉN SE LE OCURRE PERDERSE EN UN HOSPITAL!!?
En fin, que no aconsejo a nadie ponerse enfermo en Navidad, es un atrevimiento y una osadía por nuestra parte.