domingo, 7 de agosto de 2011

Hablemos de música.

Rezaba una antigua definición teórica que la música es el arte de bien combinar ritmos y sonidos... correcta y concisa definición que con frialdad es capaz de etiquetar a la quizás más sublime de las artes. Nada que ver con las románticas definiciones utilizadas por pensadores como Herder o Schopenhauer. Sin embargo, en la actualidad, casi nadie repara en el significado de la música y el lugar que ocupa en nuestra vida; se ha comercializado y perdido la esencia de su pureza. Los reality show musicales hicieron las delicias de muchos que soñaban con verse convertidos en estrellas y lo consiguieron; y de aquellos que tan solo quedaron estrellados por ser menos populares pero que al menos consiguieron su porción de audiencia. Para quienes entendemos "algo" de música, era indignante ver como unos personajes tan variopintos como atrevidos, daban instrucciones sobre ritmo o estilo a sus profesores de academia, o como en más de una ocasión se aventuraban a hacer críticas manejando términos como "afinación" o "timbre". El protagonismo de estos personajes se fue desvaneciendo cual cortina de humo, dando paso al morbo que generaba la figura del que se encarnó como el anticristo de todo concursante y aspirante a estrella musical, aquel que con gafas oscuras se cebaba hasta la falta de respeto con aquellos que aún mereciendo una dura crítica musical, se convirtieron en blanco fácil para el humor déspota de aquel personaje rebosante de sarcasmo y mala leche. Con todo esto se llegó al fracaso total, de un género que a priori nos dio a algunos de los principales cantantes de la actualidad, quizás no los mejores, pero hoy por hoy doctos especialistas en el marketing. Es curioso, que aquellos que son la cara de la música, lamentablemente sean considerados también como la voz entendida, y que a la hora de hablar de música, sólo sepan hablar de discos, galas, giras y conciertos...
Por favor! Hablemos de música!

No hay comentarios:

Publicar un comentario