sábado, 13 de agosto de 2011

Viaja como puedas!

Aún recuerdo la primera vez que cogí un vuelo; eran mis primeras vacaciones fuera de la isla... ÍBAMOS A LANZAROTE! Con los nervios propios de la ignorancia y la infancia entré en ese avión con aspas en vez de turbinas... un avión en el que era imposible mantener una conversación sin gritar, pero en el que nada más sentarte te daban un tebeo y caramelos, mientras a tu padre le daban la prensa del día. A mitad de vuelo regalaban chocolatinas y más caramelos, la azafata ponía gesto de servidumbre cada vez que hacías un gesto con la cabeza, aunque simplemente estuvieras estirando el cuello a consecuencia del "inteligente" diseño del reposacabeza del asiento... La primera vez, que pude apreciar que las cosas definitivamente empezaban a cambiar, fue con mi primer viaje fuera de las islas cuando en vez de esas suculentas cenas que salían en las películas de Aeropuerto 77, me sirvieron una rodaja gorda de jamón cocido, eso si, con una estupenda guarnición de guisantes. A día de hoy, nos saltamos el trámite de ir a la agencia a comprar los billetes con la amable oficinista, para tratar directamente con el buscador del precio más bajo y luchar con la maleta para llevar todo lo que necesitamos en ella sin sobrepasar el peso justo sin utilizar una extra... para los que tenemos que llevar un instrumento musical la cosa se pone más complicada pues no podemos llevar excesivo equipaje de mano. Una vez superado el estrés, la multa por exceder el peso y el control rutinario, llegamos al avión, nos sentamos y empieza el espectáculo.
Primero nos sentamos satisfechos al pensar que hemos tenido suerte porque el avión SÓLO tiene 30 minutos de atraso, luego empieza el proceso al que he bautizado como el síndrome de la Fórmula1, si! es ese momento en que el avión empieza a calentar neumáticos por toda la pista... damos vueltas como tontos, paramos, arrancamos, se disculpan por megafonía, arrancamos, volvemos a parar... ASÍ DURANTE UNA HORA! finalmente, la culpa es del tráfico aéreo y el aeropuerto de destino. Ahora como diría el difunto Freddy Mercury: "The show must go on!", el piloto pasa el testigo a las azafatas, quienes ahora nos tutean, nos llaman "querido amigo", a mitad de nuestro plácido sueño pasan gritando cual verdulera para ver si queremos algo del catering, sin contar con que la prensa es ahora privilegio de la primera clase; cuando pensamos que ha terminado el suplicio aparece otra azafata vendiendo lotería... todo esto hasta que por fin llegamos a casa y vemos las alegres caras de quienes nos aguardan, quienes a pesar de esperar hora y media en el aeropuerto aún están de buen ánimo... al final ha merecido la pena todo el trámite... eso si por el camino no nos han perdido el equipaje. Por cierto, reclamar por retraso y pérdida de equipaje no sirve de nada... al fin y al cabo, nos hicieron un favor al traernos!!

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